De Capiatá a una de las mejores universidades de EE.UU.: “Que la educación pública no sea una condena” Alma Ocampos, ex-olímpica de OMAPA 

Alma Ocampos tiene 20 años y actualmente se encuentra estudiando para un título de grado en matemáticas y, paralelamente, una licenciatura en Educación con una beca completa en la Universidad de Benington, EE.UU.

Alma afirma que haber participado a los 14 años y desde un colegio público en las olimpiadas de matemática organizadas por OMAPA, influyó definitivamente en su dimensión de realidades sociales y posibilidades en educación.

Junto a su compañero Alexis Martínez, fue la primera del colegio María Auxiliadora de Capiatá, en ser campeona departamental y avanzar a la ronda nacional de la Olimpiada Juvenil de matemática.

Su destaque la llevó a participar del curso de verano del Programa de Iniciación Científica para Jóvenes Talentos de OMAPA y más adelante, participar también de la Olimpiada Kanguro.

Y no solamente fue la primera mujer en su institución, sino de toda la zona de Capiatá en lograrlo, en una comunidad conformada por numerosas escuelas públicas y privadas. 

Alma asegura que ese fue el inicio de todo, ya que los escasos recursos de las familias de su colegio, no permitían priorizar la participación en las olimpiadas matemáticas; pero la evidencia demostrada por Alma y su compañero fue un factor de impulso para que padres, madres y el mismo colegio, se esforzaran por más participación.

Iniciativas a partir del amor por las matemáticas y la educación

Alma (centro) en el refuerzo de matemática e inglés a internas del centro penitenciario del Buen Pastor.

“Más adelante, junto a mi profesora de matemática, entrenamos al primer grupo de niños olímpicos” contó Alma, “Apoyamos constantemente a nuestra profesora para que los gastos no fueran un impedimento para que niños y niñas participen de la olimpiada”.

La joven afirmó que la iniciativa resultó en logros más que valiosos para que más niños, niñas y jóvenes sientan el entusiasmo de dedicarle tiempo a las matemáticas. 

Incluso decidió llevar más allá esa iniciativa: “Fundé mi propia iniciativa comunitaria con la cual enseñamos matemáticas e inglés en escuelas públicas; decidí llevar más allá el proyecto, a la Penitenciaría del Buen Pastor: pedí todo el permiso correspondiente y estuve de apoyo. Llegué a enseñar varios contenidos en matemática y luego de inglés” .

Reconocer el esfuerzo de los docentes en las instituciones públicas

Sobre el esfuerzo de su profesora de matemática, la docente Dionisia Cañiza, la joven recordó: “Siempre tengo en mi memoria cuántas veces, cansada y sin mucho apoyo de nuestra institución, ella nunca pensó en dejar de lado entrenar a niños para las olimpiadas de OMAPA; recuerdo haberle visto lagrimear del cansancio; pensábamos: algo tenemos que hacer para ayudarle a seguir. Ese tipo de cosas, (el cansancio de los profes de colegios públicos) la gente no sabe” contó, haciendo hincapié en lo que hay detrás de niños que traen medallas.

Alma y otros ganadores de la Olimpiada Kanguro organizada por OMAPA. (Año 2015)

Las huellas más importantes de OMAPA en la persona que hoy es

“Omapa influyó mucho en mi decisión a enfocarme en las ciencias, específicamente en matemáticas; marcó el comienzo de algo nuevo para mí” expresó Alma.

Aseguró que junto con el inglés, el mayor acercamiento a las matemáticas obtenido a través de OMAPA fue decisivo para estudiar en la Universidad de Benington.

Pero en el trayecto hacia esos logros, Alma reconoció dos marcas contundentes que OMAPA dejó en la persona que hoy es. Por un lado, el amor a las ciencias tanto sociales como exactas, específicamente las matemáticas y las ciencias de la educación. Por otro lado, la dimensión de una gran desigualdad social que se ve marcada en la educación.

“El momento más crucial fue cuando fuimos a la Ronda Departamental. Nos preparamos muchísimo, trabajamos con fotocopias en la biblioteca del colegio, que también funcionaba como depósito de merienda escolar. Empecé a ver colegios que llegaban en grandes delegaciones, y nosotros éramos solamente dos. Para mí era muy raro estar pisando el mismo escenario que alguien de un colegio de Asunción, estar por un momento a ‘su mismo nivel’, entre comillas; a lo mejor nosotros no tuvimos las mismas oportunidades que las personas de otros colegios, pero igual, estaba en nosotros esas mismas ganas de aprender matemáticas” narró Alma.

La ex-olímpica expresó lo que pasaba por su mente en momentos de premiación de las olimpiadas: “Más allá de pensar en lo increíble de tener una medalla, pensé en la gran diferencia que hay entre colegios públicos y privados. Pensé en lo mucho que quería que en mi colegio también hubiera esas oportunidades, no por el hecho de tener medallas, sino por el hecho de tener oportunidades para avanzar. Por ejemplo, ¿dónde hubiera estado yo ahora si no me hubiera metido a las olimpiadas de matemática, o si mi profesora no me hubiera enseñado algo más además de la malla curricular?”.

Alma, reflexionó sobre la ausencia del gobierno en educación, ya sea para su deber mismo de cumplir con ese derecho, o para al menos otorgar ayudas a colegios públicos en iniciativas como las olimpiadas de matemática: “Vengo de una escuela en la que en quinto grado, se iba a caer el techo, teníamos que dar clase en la tarima, recorrer para buscar sillas, o entrenar para las olimpiadas de matemática en una biblioteca que también era el depósito de merienda escolar, y es algo que da rabia”.

Estos sentimientos, llevaron a Alma Ocampos a tener un ferviente deseo por lograr algún día disminuir las injusticias educativas. “Yo estoy donde estoy no solo por mí. Desde que vi esta diferencia que existe, dejé de ser solo Alma. No me voy a quejar por lo que pasé, porque si no hubiese pasado por todo, no iba a tener ese sentimiento de rabia… Estar en un colegio público significa una condena: por más de que tus padres se muevan y te den lo mejor, no basta porque no se invierte en la educación pública. Anhelo que la educación pública no sea una condena en Paraguay. En el futuro, espero trabajar en el Ministerio de Educación y convertir ciencias como la matemática, en una prioridad para el currículo, como así también destinar los recursos de manera equitativa a las instituciones, poder acceder a algo más y convertir esa rabia en algo bueno para los demás en algo puntual”.

La joven esclareció más sus sentimientos de descontento: “No estoy enojada con los alumnos de colegios privados, o porque tengan un privilegio (porque es un privilegio tener un derecho que los demás no tienen); estoy demasiado feliz por ellos. Pero quiero y urge que las escuelas públicas reciban buena inversión para gozar de las mismas oportunidades. Donde más se necesita, más se debe invertir, dinero en Paraguay, hay y todos lo sabemos, es algo obvio y estamos cansados de escuchar que es imposible. Es demasiado evidente que muchas cosas se están haciendo mal”.

Alma, señaló con mucho ahínco que solo se necesita una oportunidad para poder avanzar: “Yo estoy donde estoy porque en ese año, en ese momento, en ese lugar, pude ver esa parte de la ciencia que me gustó”. Manifestó que desde lo más profundo, desea retribuir, otorgando la misma oportunidad que recibió: “No sé cuántas personas más, pero por lo menos uno, un alumno más que ahora está en un colegio público, que puede llegar a sacar a su familia de la miseria».

Alma Ocampos en la Universidad de Benington

Alma hoy se encuentra cursando los primeros años de ambas titulaciones. Al igual que ella, existen potenciales talentos en las más de 7000 escuelas públicas y subvencionadas de Paraguay, que podrían vivir mayor inclusión social a través de mayores oportunidades e inversiones en educación y conocimiento científico.

OMAPA insiste en su intento a favor de que más estudiantes de colegios públicos se vean beneficiados con el apoyo de entidades gubernamentales, que apelen al talento y a las oportunidades de participación en iniciativas como las Olimpiadas de Matemática.